El uso de Brosimum alicastrum Sw. para restaurar la selva húmeda de México

Dra. Cristina Martínez-Garza 1*

Brosimum alicastrum, el Ramón, además de todas sus bondades como alimento, tiene una función crucial en la selva húmeda, donde ha sido clasificado como árbol no-pionero. Esta clasificación se basa en la llegada de diferentes especies de árboles durante el proceso de recuperación natural de los ecosistemas, llamado sucesión natural (Connell & Slatyer, 1977). La sucesión natural describe los cambios en la vegetación después de una perturbación grande; los árboles que se establecen primero son llamados sucesionales tempranos o pioneros (Swaine & Whitmore, 1988). Los árboles pioneros producen muchas semillas pequeñas que al germinar crecen muy rápido y viven cerca de 30 años (Alvarez-Buylla & Martinez-Ramos, 1990). Por otra parte, los árboles sucesionales tardíos o no-pioneros son dominantes en etapas más tardías de la sucesión; estos árboles tienen semillas más grandes que cuando germinan, presentan un crecimiento más lento, pero viven muchos más años que los pioneros y son los que le dan estructura a la selva más conservada. El árbol Ramón, tiene frutos carnosos con semillas grandes consumidas por aves y mamíferos arborícolas, terrestres y vola- dores que, al alimentarse, dispersan las semillas del Ramón a nuevos sitios para su germinación y crecimiento, asegurando el mantenimiento de la especie (Lobova et al., 2009; Mantilla-Meluk & Pérez-Amaya, 2012). Por estas características, al Ramón se le considera un árbol de sucesión tardía o no-pionero que provee de alimento a los animales y le da estructura a la selva húmeda.

En México, una causa de la destrucción de la selva húmeda ha sido la ganadería extensiva; para esta actividad económica se ha recurrido al establecimiento de pastos exóticos para alimentar al ganado. Si se excluyera al ganado de esos pastizales, la recuperación de la selva húmeda podría tomar más de 100 años (Finegan, 1996), mientras que, con la intervención humana, este proceso podría acelerarse. La intervención humana encaminada a la recuperación de un ecosistema que ha sido degradado o destruido se reconoce como restauración ecológica (Gann et al., 2019). La ciencia detrás de esta práctica es la ecología de la restauración que busca identificar los mejores tratamientos para acelerar la recuperación de los ecosistemas (Gann et al., 2019). Una primera aproximación de la ecología de la restauración para la recuperación de la selva ha sido saltarse la primera etapa del proceso de sucesión, cuando se establecen y crecen los árboles pioneros mediante la plantación de las especies no-pioneras, como el árbol Ramón. A continuación, relatamos nuestra experiencia al usar el Ramón en plantaciones de restauración en la región de Los Tuxtlas, al sur del estado de Vera- cruz, donde se encuentra el límite más norteño de la selva húmeda en el continente americano.

La primera plantación fue establecida en la localidad de Lázaro Cárdenas, en 1997 en terrenos que pertenecen a la Reserva de la Universidad Nacional Autónoma de México. La meta de esta plantación fue recuperar la diversidad de plantas y para ese fin se incluyeron 40 especies de árboles, arbustos y lianas. De estas especies, evaluamos ocho árboles no-pioneros, incluyendo al Ramón, que en esta región es conocido como Ojoche. Sobre todo, nos interesaba poner a prueba la hipótesis de que algunos árboles no-pioneros tienen la capacidad de tolerar las condiciones ambientales existentes en la sucesión temprana, como alta luminosidad y baja humedad, gracias a que durante su vida dentro del bosque se exponen a diferentes condiciones ambientales (Martínez-Garza & Howe, 2003). Al reconocer a las especies que tienen esta capacidad, podríamos seleccionar especies para plantaciones de restauración sin necesidad de evaluar las más de 300 especies de árboles que tiene la selva húmeda.

Los resultados más relevantes de esta primera plantación fueron que, las especies de árboles más altos, como el Ramón, que llega a alcanzar 30 metros de altura, tiene la capacidad de cambiar el tamaño y peso de sus hojas durante su crecimiento, de plántulas a adultos (Martinez-Garza & Howe, 2005). Las plántulas de Ramón, que están cre- ciendo en la oscuridad del sotobosque desarrollan hojas grandes y delgadas que les permiten una mayor captura de luz mientras que los árboles que han alcanzado el dosel, producen hojas pequeñas y gruesas que minimizan la perdida de agua debido a la alta exposición a la luz solar, esto resulta en un buen desempeño, aunque estén fuera de la selva (Martinez-Garza & Howe, 2005). Esto también coincide con la clasificación de este árbol como especialista de claros pequeños, que indica que, si una rama se cae, permitiendo la entrada de luz al sotobos- que, los juveniles del Ramón aprovecharán este pulso de luz para crecer rápidamente y alcanzar el dosel del bos- que (Martínez-Ramos, 1985; Popma et al., 1992). Así, en una primera aproximación a la selección de árboles para plantaciones de restauración, se debe tomar en cuenta la altura máxima de los árboles en la edad adulta, sien-do los árboles que alcanzan las mayores alturas los que cuentan con la mejor capacidad de modificar sus hojas para mantener un alto desempeño en una variedad de condiciones ambientales.

Para la segunda plantación, establecida en la colonia ganadera Adolfo Ruiz Cortines en el 2006, la meta fue recuperar el movimiento de plantas y animales en paisajes agropecuarios permanentes. Dado que en las selvas húmedas más del 60% de las plantas son dispersadas por animales (Howe & Smallwood, 1982), se buscó establecer dos combinaciones contrastantes de árboles dependiendo del tipo de frutos que tienen (Martínez-Garza et al., 2013): una combinación incluía 12 especies de árboles que tienen frutos secos que se mueven gracias al viento, mientras que la segunda combinación incluía 12 especies de árboles con frutos carnosos que atraen a los animales, como el Ramón. La predicción más importante de este trabajo fue que las plantaciones de árboles con frutos carnosos iban a recuperar más rápidamente la estructura original de la selva húmeda, ya que los animales que llegan, atraídos por los frutos carnosos, traen semillas de plantas que no se sembraron, aumentando la diversidad en las plantaciones de restauración. En el primer año, todas las plantaciones sufrieron una alta mortalidad que se atribuyó a un suelo poco profundo que por décadas sufrió erosión debido a la ganadería extensiva, además de un atraso en la llegada de las lluvias del 2007. En esta ocasión, el Ramón tuvo un porcentaje de sobrevivencia de solo el 11%; las plántulas con la mejor sobrevivencia fueron las que tenían los diámetros de tallo más grandes, lo que se relacionó con la cantidad de raíces que desarrollaron. Las plántulas del Ramón tenían en promedio, 0.45 cm de diámetro de tallo y 26 cm de altura. Con esta plantación aprendimos que el efecto de la pro-fundidad del suelo en la sobrevivencia de las plántulas depende del tamaño de estas: en suelos de menos de 19 cm de profundidad, las plántulas menores a 4 mm de diámetro de tallo fueron las que presentaron la mayor mortalidad. Para lograr un establecimiento exitoso de plantas de Ramón sugerimos trasplantar plántulas de más de 4 mm de diámetro de tallo, sobre todo cuando los suelos en el lugar de destino sean poco profundos.

Los árboles no-pioneros también se caracterizan por su crecimiento lento en comparación con los pioneros. Altas tasas de crecimiento de las plantas en sitios sujetos a restauración es un atributo deseado porque se busca la cobertura rápida del suelo para reducir la erosión (Váz- quez-Yanes et al., 1999). Algunos estudios han mostrado que, dentro de la selva, las especies que crecen rápidamente tienen mayor mortalidad que las que crecen lentamente (Wright et al., 2010); aunque fuera de la selva, en sitios degradados, se ha visto que las especies que crecen rápidamente en altura sobreviven más, probable- mente debido a las altas temperaturas que se registran a nivel del suelo (Martinez-Garza et al., 2013).

Así, para el Ramón, su baja sobrevivencia estuvo también explicada, en parte por sus bajas tasas de crecimiento en altura, aun- que un análisis del suelo mostró que gracias a ese lento crecimiento, las plántulas de Ramón fueron capaces de sobrevivir en suelos altamente compactados debido a la ganadería (Martínez-Garza et al., 2016). En conclusión, el árbol Ramón tiene la capacidad de desarrollar hojas de distintos tamaños, lo que le permite crecer exitosamente en una variedad de condiciones microambientales, tolera suelos compactados y dado que tiene un crecimiento len- to, se recomienda que se siembre con otras especies de crecimiento rápido.

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Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación, Universidad Autónoma del Estado de Morelos

*Autor para correspondencia: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

REVISTA ÁRBOL RAMÓN ÓOX / Año 1 / Número 2 - Diciembre 2023

 

 

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